Dos guerras
mundiales, en las que murieron entre 85 y 105 millones de personas, no solo se
cobraron vidas, sino que dejaron a millones de personas lisiadas y a mujeres y
niñas violadas. Eso son las guerras: muerte y cicatrices físicas y psicológicas
que perduran por generaciones.
Hoy, en el mundo, hay alrededor de 56 conflictos armados y,
en lugar de invertir en diplomacia, diálogo y reparación, el mundo sigue
rearmándose.
¿Cuándo entenderemos que la guerra no se gana con armas,
sino con inteligencia? No se gana con odio, sino con cordura.
Europa planea invertir 800.000 millones en la industria
militar. A mediano plazo, esto podría ayudar a solventar los problemas
generados por Estados Unidos en el mercado internacional y permitiría recuperar
una industria y tecnología que se están quedando obsoletas. Pero no olvidemos
que las carreras armamentísticas siempre se pagan con dinero público.
Pero, además, ¿qué pasa después? Una vez fabricadas las
armas, ¿no habrá que generar guerras para justificar su rentabilidad? ¿Irán a
la guerra quienes se enriquecen con ellas? ¿Irán sus hijas o hijos?.
En los conflictos modernos, las personas comunes son las más
perjudicadas, ya que misiles y drones se utilizan cada vez más en poblaciones
urbanas. ¿Qué piensan los familiares de las más de 48.500 personas asesinadas
en Gaza, Palestina, o los miles de muertos en Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar,
Nigeria y Siria? ¿Qué sienten los soldados que tiritan de miedo en las
trincheras, lejos de ser héroes, víctimas de un sistema que los usa como peones
en un terrible juego? ¿Qué piensan quienes mueren de hambre, quienes sufren
bloqueos económicos, quienes son condenados al exilio eterno?.
¿Quién gana con todo esto? ¿Quién tiene interés en que
normalicemos esta locura bélica?.
Toda esta demencia transforma nuestra mirada hacia los demás
y distorsiona nuestras prioridades más humanas y ecológicas. ¿Quién se
beneficia de la reconversión de la industria europea en una industria de
guerra? ¿Vendrán del Sur Global las materias primas para fabricar tanques,
misiles y minas antipersona...? ¿Y luego les venderemos armas para rentabilizar
el negocio?.
¿Nos llevarán estas ansias a un mundo aún más nuclearizado?
No olvidemos Hiroshima y Nagasaki, reducidas a cenizas en segundos. Más de
200.000 personas murieron en el acto, y la cifra siguió aumentando por las
consecuencias de la radiación. Lo más grave es que hoy existen unas 12.000
armas nucleares repartidas entre 9 países, con EE.UU. y Rusia concentrando casi
el 90%.
Sueño con despertar un día y escuchar a nuestros líderes
anunciar que esos 800.000 millones se invertirán en cultura, educación,
alimentos y salud mundial, en valores que eviten las guerras. Puestos a soñar,
imagino un mundo donde el dinero se destine a crear espacios de diálogo,
igualdad e inclusión. A gastar en ciencia para sanar nuestro planeta, que tanta
falta hace, y en limpiar nuestras mentes de tanta avidez y odio.
Hubo una época no muy lejana en la que se popularizó la
frase "Haz el amor y no la guerra". Lo segundo no se nos ha olvidado;
lo primero, tal vez, necesite un esfuerzo para recordarlo. Solo así, quizás,
podamos sanar y dar alegría no solo a nuestros cuerpos, sino también purificar
nuestras mentes. Tal vez así logremos un futuro donde la inteligencia y los
valores humanos sean más fuertes que la guerra.
"Rompe este silencio de los corderos y grita bien alto:
'¡No a la guerra, no a la industria armamentística!' Señores de la guerra, ¡con
nosotros no contéis!"
Porque somos muchas las personas que creemos en los valores
humanos, en la justicia y en la paz. Somos muchas quienes pensamos que todas
las personas merecen condiciones dignas para vivir. Somos muchas las que
confiamos en la cooperación y el diálogo en lugar de la confrontación.
Como señala Erica Chenoweth, experta en ciencias políticas
de la Universidad de Harvard, basta con que el 3,5% de la población participe
activamente en la protesta para asegurar un cambio político significativo. No
dejemos que el algoritmo NRx, con sus mensajes racistas, misóginos, homófobos,
negacionistas y bélicos, decida por nosotras y nosotros. Tampoco permitamos que
nos arrebaten el deseo de cambiar el mundo.
"Súmate a todo lo que se mueva por los valores
humanos y el Bien Común Global."
JCVV / El
Internacionalista convencido

No hay comentarios:
Publicar un comentario