miércoles, 30 de julio de 2025

BASTA YA DE TANTO DISCURSO VACÍO Y TANTA HIPOCRESÍA

 



En Gaza ya han sido asesinadas más de 60.000 personas, de las cuales unos 18.000 son niñas y niños.


Este año se celebra el 80 aniversario de las Naciones Unidas (ONU), una organización creada —en teoría— para mantener la paz y la seguridad internacionales, fomentar relaciones amistosas entre las naciones, y promover la cooperación internacional en la solución de problemas económicos, sociales, culturales y humanitarios.
Y, sin embargo, Israel, con la complicidad de Occidente, ha abierto la caja de Pandora del terror, que, sin ninguna duda, nos marcará para siempre.

Hay que parar esta barbarie.
Hay que exigir a nuestros políticos que pasen de las palabras a los hechos y cumplan con los derechos humanos.


Israel asesina con armas, con el hambre y con todo lo que le permita exterminar al pueblo palestino.
Y no solo en Gaza: también en Cisjordania la violencia continúa.
La ONU denuncia que casi 1.000 palestinas y palestinos han muertounos 200 de ellos menores— a manos de colonos o soldados israelíes en los últimos 20 meses.


Entre ellos, uno de los palestinos que trabajó en el documental ganador del Óscar No Other Land, asesinado con un tiro en el pecho por Yinon Levi, un colono que ha ocupado ilegalmente tierras palestinas en Cisjordania. Es solo uno más de los 600.000 colonos, todos ellos respaldados por el ejército y el gobierno israelí.


Ese mismo colono ha disparado en el pecho a Odeh Hadalin, activista y defensor de los derechos humanos en Cisjordania.

Basta ya del doble discurso y la hipocresía de una Europa más que cómplice.


¿Dónde están las personas íntegras y honestas a la hora de hacer política?


Me pregunto si, dentro de unos años, los libros de texto narrarán este genocidio, como hoy hacen con el de los nazis contra el pueblo judío.
¿Aparecerá también la complicidad de Estados Unidos y de Europa?

¡BASTA YA de mentiras y cinismo!

Llenemos nuestros parlamentos de gente honesta para frenar esta barbarie.
Llenemos las calles de acciones que denuncien esta masacre.
Llenemos eso que llaman “redes sociales” —y que no lo son tanto— con nuestras protestas por la falta de justicia y el sufrimiento del pueblo palestino.


No seas participe de este crimen. Grita alto y claro: hay que parar este genocidio y enjuiciar a cómplices y culpables.


JCVV / El Internacionalista convencido



domingo, 27 de julio de 2025

EUROPA DEBERÍA PLANTEARSE CAMBIAR DE AMIGOS

 


El principal socio comercial de Europa, Estados Unidos, a demostrado con creces  que no es precisamente un aliado fiable. 


Desde la llegada de Donald Trump, EE. UU. ha amenazado a sus "amigos" con doblar los aranceles si no se alcanzaban acuerdos comerciales favorables a sus intereses.


El nuevo acuerdo comercial firmado en julio de 2025 establece un arancel general del 15 % para la mayoría de bienes europeos. En el caso del sector de la automoción, se reduce del 25 % al 15 %, pero los aranceles al acero y al aluminio se mantienen, por ahora, en el 50 %.


En el caso vasco, este nuevo acuerdo supondrá un coste anual de aproximadamente 350 millones de euros en exportaciones hacia EE. UU.


Además, la Unión Europea se ha comprometido a invertir 600.000 millones de euros en Estados Unidos. Una de las exigencias de Trump ha sido la venta de energía a Europa por un valor de 750.000 millones de euros. Si tenemos en cuenta el aumento del gasto militar en Europa, no sorprende que también se haya asumido un compromiso de compra de armas, aunque no se han hecho públicas las cifras. A esto hay que añadir el aporte del 5 % del PIB a la OTAN —organización que sigue bajo el mando militar estadounidense—, así como el gasto militar europeo en Ucrania, donde habrá misiles Patriot y otras armas norteamericanas… pero pagadas por Europa.


La verdad es que no se puede esperar mucho de un país que acaba de aprobar una ley para reducir los impuestos a los más ricos mientras recorta los programas sociales.
Un país que, en vez de culpar al neoliberalismo egoísta y depredador, responsabiliza de sus males a las personas migrantes que lo han hecho crecer como nación, y que ahora son perseguidas y tratadas como delincuentes.


Europa debería buscar nuevas amistades.
Y una nueva forma de entender el desarrollo:
— preocupándose, por ejemplo, del acceso a la vivienda para la juventud y para otras personas en situación de necesidad;
— garantizando trabajo digno para todas las personas;
— asumiendo la responsabilidad colectiva de los cuidados, que siguen recayendo sobre las mujeres;
— y asegurando una vejez digna para las personas mayores, que en demasiadas ocasiones acaban desatendidas o encerradas en residencias grises de cemento, donde suelen faltar el cine, el teatro, la cultura en general, y  sobre todo, los espacios verdes. Por poner algunos ejemplos.


Ojalá que en el camino del desarrollo nos crucemos con amistades que se empeñen en construir un  Desarrollo Humano, Equitativo y Sostenible.
Y no más acuerdos comerciales que solo enriquecen a los de siempre.


Habrá que buscar nuevas amistades. De esas que no exigen homenajes ni pleitesía cada vez que abren la boca.


JCVV / El Internacionalista convencido 



miércoles, 23 de julio de 2025

ALLÍ DONDE DEBERÍA SONAR EL MAR, RESUENA LA GUERRA

 


Donde debería sonar el mar y el juego de las niñas y los niños, suena, por el contrario, el zumbido de los drones, las detonaciones de la artillería, los aviones de guerra, las cadenas de los tanques y las excavadoras que devoran lo que comenzaron las bombas.

 Gaza tiene —o más bien tenía— 25 municipios, igual que el área metropolitana de Bilbao, aunque en kilómetros cuadrados es mucho más pequeña, pero mucho más densamente poblada. Y, a diferencia de nuestras ciudades, allí no hay ningún lugar seguro para la sociedad civil. Ya se contabilizan más de 59.000 personas asesinadas, la mayoría menores y mujeres; unas muertas por las armas, y otras por el hambre, utilizada también por el ejército israelí como arma letal. Según la ONU y el Ministerio de Salud de Gaza, más de 75.000 personas han resultado heridas desde el inicio del conflicto, y se estima que entre un 10 % y un 20 % de ellas han sufrido amputaciones o lesiones irreversibles.

 Israel, un Estado nuclear y armado hasta los dientes, podía haber arrasado Gaza en un solo día. Seguro que a Netanyahu y compañía no les faltaron ganas. ¿Qué tipo de cuentos les contará este señor a sus nietos? ¿Qué cosas se le pasarán por la cabeza cuando le llegue la hora de quedar arrinconado por la vida?

 Pero Israel no podía destruirlo todo de golpe: tenía que hacerlo lentamente, para no correr el riesgo de despertar a la opinión pública —domesticada o distraída— de sus aliados europeos y norteamericanos. Porque Israel es Occidente, y Occidente no podía asistir al genocidio de forma descarada.

 Había que cocinar Gaza a fuego lento y letal, como lo están haciendo en Cisjordania, donde Israel sigue apropiándose de tierras palestinas y beduinas, apoyando a los al menos 600.000 colonos que viven en la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Este. Al menos 39 comunidades palestinas y beduinas han sido borradas del mapa por extremistas israelíes durante el genocidio en Gaza.

 En una reunión con legisladores del partido Likud, el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó: “Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamás”, y añadió: “Esto es parte de nuestra estrategia: aislar a los palestinos en Gaza de los palestinos en Cisjordania”.

 Europa sabe perfectamente que Israel, desde su nacimiento como Estado, tiene la pretensión de quedarse con todo el territorio que antes de 1948 era completamente palestino. Esto lo sabe todo el mundo, aunque de vez en cuando se emitan declaraciones, como la del pasado 21 de julio, cuando 25 países —algunos europeos— “exigieron” un alto el fuego inmediato en Gaza y reclamaron a Israel que cumpla con el derecho internacional humanitario. También aquí, en el Parlamento Vasco, se condenó en junio de 2025, por amplia mayoría, el genocidio en Gaza; se exigió un alto el fuego inmediato y se reconoció el derecho del pueblo palestino a un Estado libre y soberano.

 Pero la realidad es que, desde que se aprobó esa resolución, han muerto al menos 9.000 personas más. Y aun así, los 27 países de la Unión Europea no logran consensuar ninguna sanción contra Israel, pese a que este país genocida viola sistemáticamente sus obligaciones en materia de derechos humanos y el acuerdo de asociación bilateral que mantiene con la UE. Según Eurostat, la Unión Europea fue el mayor socio comercial de Israel en 2024, representando aproximadamente el 32 % de su comercio total de bienes.

 Los políticos europeos están cavando la tumba de su dignidad, en lugar de enterrar su hipocresía. Y la extrema derecha sabrá aprovecharlo. La opinión pública debe reaccionar: en Gaza nos estamos jugando la honestidad humana. No es solo que nuestros hijos vayan a vivir peor que sus padres, es que les vamos a dejar un mundo tan inestable y cruel que les dará vergüenza considerarse seres humanos.

 Hay muchas cosas que se pueden hacer. Desde el boicot a los productos de Israel —para ello puedes utilizar No Thanks, una aplicación móvil diseñada para identificar productos que deben evitarse por su relación directa o indirecta con Israel—, hasta una pausa digital diaria de 30 minutos, de 21:00 h a 21:30 h, en la que teléfonos y ordenadores permanezcan apagados por Palestina.

 Y, por supuesto, habla de estos temas con todas las personas que puedas. No dejes de exigir a la política su responsabilidad en el bien común global y acude a todas las concentraciones que puedas para denunciar el genocidio en Palestina.

 Y cuando te canses de pedir justicia, pide un abrazo. O ven junto al mar, cierra los ojos y déjate llevar por su murmullo. Aprovecha que, de momento, aquí no hay sonidos de guerra para coger fuerzas y seguir luchando por un mundo mejor.


JCVV / El Internacionalista convencido 


domingo, 20 de julio de 2025

LA MIGRACIÓN HA SIDO CLAVE PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO DE EE. UU Y EUROPA

 


 En las cruzadas, algunos de los que decían llamarse cristianos decapitaban a los turcos y clavaban sus cabezas en una pica, señalándolos como culpables de todo lo malo habido y por haber. De ahí viene la expresión "cabeza de turco", que aún usamos cuando alguien carga con culpas ajenas. Hoy, en la crisis de Occidente, son las personas migrantes.

La migración ha sido clave para el desarrollo económico de Estados Unidos y Europa, pero ahora se persigue a quienes llegan: en EE. UU. se les envía sin garantías a cárceles en El Salvador, o se les encierra en prisiones de alta seguridad o en centros como el "Alligator Alcatraz" en Florida, convertido en espectáculo hollywoodiense. Europa no se queda atrás: externaliza sus fronteras, traslada migrantes a terceros países o crea centros de detención en Albania o Libia, gestionados por milicias cómplices de la UE.

En España, la reforma de la Ley de Extranjería permite repartir menores migrantes no acompañados entre comunidades, pero incluso eso genera resistencia en algunos partidos. La extrema derecha promueve directamente la expulsión de millones de personas. Es como si Occidente se preparara para un futuro sin migrantes: sociedades envejecidas donde la IA y la robótica sustituyan el trabajo humano. Tecnología que no hace huelga, no cotiza a la seguridad social y, lo más conveniente para el sistema, no vota.

Mientras tanto, crecen los discursos de odio, y ejemplos como los disturbios racistas en Torre Pacheco lo demuestran. La xenofobia también se alimenta de políticas estatales: Frontex ha compartido con Europol información indiscriminada sobre migrantes, activistas y ONG, criminalizando la solidaridad.

Frente al tópico que relaciona migración e inseguridad, el Ministerio del Interior confirma que la criminalidad general ha descendido. La realidad es otra: en Euskadi, el 13% de la población es de origen extranjero. Sin ellas, seríamos casi 300.000 personas menos, un 10% menos de cotizantes y una sociedad aún más envejecida.

Europa olvida su pasado esclavista y colonial, que enriqueció al continente a costa de prácticamente todas las regiones del mundo. Hoy, África es el territorio más joven y con más recursos estratégicos; América Latina rebosa potencial; Asia sigue siendo la gran fábrica global. Y, pese a todo, se criminaliza a quienes migran. Pero nadie cruza mares o desiertos por gusto, sino por necesidad.

Occidente mira al Sur Global como un espacio a explotar, no como un socio para el bien común global. Se apuesta por el rearme y el negocio militar mientras se incumple el compromiso del 0,7% del PIB para cooperación (propuesto en 1970). La Agenda 2030, que busca un futuro más sostenible para todas las personas y el planeta, está a cinco años de vencer, y seguimos sin soluciones reales a las causas de la migración.

A pesar de que en España el 25% de la población es de origen extranjero, la presencia de personas racializadas en el mundo de la comunicación es mínima, reflejo de las desigualdades estructurales. Esto limita la diversidad de testimonios y perspectivas en la información que recibimos, perpetúa estereotipos y restringe el acceso a los medios de comunicación y, por tanto, las oportunidades laborales para las personas racializadas.

Probablemente, debido en parte a esto, en Euskadi, según el Observatorio Vasco de Inmigración Ikuspegi, la ciudadanía vasca percibe que hay más personas migrantes de las que realmente hay: el peso real es del 12,4%, pero la percepción es del 21,4%. También aquí se han disparado los delitos de odio: en 2024 se registraron 231, siendo las personas de origen magrebí quienes más los sufren.

El 13,2% de la población de Euskadi es de origen extranjero. Sin migración, seríamos un 86,8% de la población actual, casi 300.000 personas menos. Tendríamos un 10% menos de cotizantes a la Seguridad Social, y sectores como la hostelería o los cuidados estarían en riesgo de colapso. Sin migración, la demografía vasca estaría estancada y envejecida.

Tanto en el Parlamento Europeo como en el ámbito nacional, regional y local, la participación política de las personas migrantes es limitada. La representación política en el Parlamento es baja, con un porcentaje muy inferior al de su presencia en la sociedad, lo que refleja un desequilibrio significativo a la hora de atender sus necesidades.

La barbarie no entiende de banderas ni patriotismos: solo deja dolor y sufrimiento. Por eso necesitamos fortalecer una gobernanza global justa y apoyar iniciativas como la red ZAS! en Euskadi, que combate el racismo y fomenta la convivencia.

Antes de opinar sobre migración, es fundamental reflexionar sobre el pasado colonial occidental en el Sur Global y el impacto que aún perdura en la política, la economía, la cultura y el medio ambiente de estas regiones. Sin esta mirada, nos costará entender la realidad actual.

El mundo será inestable mientras existan las desigualdades económicas y sociales. Sin justicia no habrá paz; y sin igualdad de género, no habrá desarrollo.

Por desgracia, la brecha de la desigualdad sigue aumentando, tanto a nivel global como en países individuales. Cada vez más la riqueza se concentra en unos pocos, mientras millones de personas enfrentan a diario pobreza, exclusión social o guerra.

No dejes que esto ocurra: activa tu parte más humana. No permitamos que el odio, la desigualdad y la falta de equidad sean quienes marquen nuestro futuro.

Pongamos en marcha espacios físicos de convivencia intercultural en los barrios, pueblos y ciudades. Esto no solo nos ayudará a prevenir la discriminación y la xenofobia, sino que también nos hará disfrutar más de nuestro entorno, del vecindario, de la cultura y de toda su diversidad.

 

JCVV / El Internacionalista convencido

domingo, 13 de julio de 2025

QUIEN CONTROLA LAS REGLAS DEL JUEGO, CONTROLA LA PARTIDA



Trump eleva la presión sobre una Unión Europea sumisa y pasiva con una nueva amenaza de aranceles del 30 %. Los intereses norte-occidentales nunca han olvidado sus aspiraciones coloniales de grandeza y, para no perderlas del todo, están dispuestos a asumir todas las exigencias de EE.UU.: aranceles, aumento del gasto militar hasta el 5 % del PIB bajo el paraguas de la OTAN, incremento de la ayuda militar a Ucrania y participación en su futura reconstrucción. Todo ello con el objetivo de debilitar para siempre a una Rusia aislada, conservadora y enquistada en sí misma; y de paso, frenar a China, que comparte con Rusia una extensa frontera de más de 4.200 kilómetros. Por el sur, EE.UU. ya ha activado medidas de contención junto a Australia, Japón, Corea del Sur y Filipinas.


El temor al gigante asiático también explica la creciente presión sobre África, combinando el endeudamiento externo con un recorte brutal de la ayuda de la Agencia de Desarrollo Norteamericana (USAID), que ha reducido su presupuesto para el continente en un 83 %. Esto ha supuesto una drástica disminución de programas de salud fundamentales, particularmente en la lucha contra la malaria y el VIH, en países como Nigeria, República Democrática del Congo, Senegal y Etiopía. Los recortes de la USAID podrían provocar más de 14 millones de muertes hasta 2030.


A esto se suma el control sobre las políticas progresistas en América Latina, donde varios líderes están siendo perseguidos o encarcelados.

Y, por supuesto, la estrategia permanente de mantener un Oriente Medio desarticulado o débil: Palestina, Siria, Líbano, Irán e incluso un Afganistán sumido en la Edad Media en pleno Asia Central. 


Una estrategia que, en su día, ya sirvió con la creación del Estado de Israel para frenar el naciente panarabismo y que hoy sigue operando como válvula de contención frente a la locomotora científica, comercial, tecnológica y, pronto también, militar: China.


Europa, un crisol político y cultural de intereses diversos, no tiene más remedio que seguir humillándose ante EE.UU., tras no haber hecho sus deberes en materia tecnológica, industrial, alimentaria y comercial. Mientras tanto, la clase política lleva años preparando a la opinión pública con el "kit de supervivencia" y el cuento de "vienen los rusos", esa vieja historia roja que nos contaban de niños, todo para justificar el aumento del gasto militar, y la subvención encubierta de una industria y políticas odsoletas. Pero en realidad, los ataques arancelarios, la inceridumbre y la dependencia nos llegan desde el Oeste americano.


En lugar de impulsar un multilateralismo real que debería renovarse en el 80º aniversario de unas Naciones Unidas reformadas —liberadas, entre otras cosas, de un Consejo de Seguridad controlado por las grandes potencias militares—, Europa sigue perdiendo el rumbo.

Europa debería ser más social, innovadora y capaz de dialogar con respeto con un Sur Global que en gran medida sufrió su esclavitud y su colonialismo. Debería sentarse a dialogar en igualdad con el bloque BRICS+, foro internacional de países emergentes que se ha constituido en alternativa al G7 liderado por los países del Norte.


Es de destacar que Trump ha impuesto un arancel del 50 % a Brasil. La excusa es el juicio al ultraderechista Jair Bolsonaro por su presunta implicación en el golpe de Estado fallido de 2023, pero en realidad lo que buscan es incidir en las elecciones generales de 2026 y castigar al presidente Lula, uno de los líderes y fundadores de los BRICS. El año pasado Estados Unidos  tuvo un superávit comercial de 6.800 millones de dólares con Brasil.


Por cierto, el G7 ha acordado eximir a las grandes multinacionales estadounidenses del impuesto mínimo global del 15 %, al tiempo que recorta las ayudas al desarrollo a nivel mundial. Acuerdos que benefician a un país que acaba de aprobar una ley fiscal que baja los impuestos a los más enriquecidos  y recortar los servicios sociales a los más empobrecidos.


Europa debería también rechazar la externalización de deportaciones de personas migrantes a terceros países —como hace EE.UU.— ignorando la riqueza y el trabajo que estas personas ya aportan a nuestras sociedades y economías. Pero claro, esos futuros ciudadanos podrían votar algún día, desafiando el poder de quienes desean mantener la supremacía blanca.


Europa debería tener el coraje de decirle a EE.UU. que basta ya de asfixiar a los pueblos del Sur Global, y en especial al pueblo cubano, bloqueado desde hace más de 60 años, al que las nuevas restricciones al turismo y las trabas a la inversión extranjera continúan estrangulando. Y, por supuesto, debería exigir el fin del genocidio en Gaza, donde Israel y la administración Trump han diseñado un plan de 2.000 millones de dólares para construir las llamadas "áreas de tránsito humanitario": futuros campos de concentración donde se pretende controlar a unos 600.000 gazatíes. Así no tendrán que "cazarlos" en las colas del hambre, donde, según Naciones Unidas, ya han sido asesinadas más de 500 personas en el marco de este entramado de distribución de alimentos fuera del sistema internacional.


Mientras tanto, circula en voz baja la intención de convertir Gaza en un futuro resort de lujo, aunque ningún hotel ni campo de golf podrá borrar de la historia el genocidio que ha provocado más de 58.000 asesinatos desde octubre de 2023.


Europa está perdiendo la oportunidad de construir un futuro diferente: más humano, más igualitario y más respetuoso con el medio ambiente.
Su ciudadanía también está renunciando al derecho de exigir ese cambio ético imprescindible. Si callamos ante tanta brutalidad, mañana no podremos reprocharnos otra cosa que no haber hecho nada. O peor aún: mañana no sabremos quién nos gobierna. Y los riesgos son enormes: un mundo más conservador y clasista, más extremista, o —lo que es peor— gobernado por algoritmos e inteligencias artificiales al servicio de las grandes fortunas, que logren neutralizar los pensamientos y las acciones más críticas.


El tiempo no puede perderse en conversaciones zarandeadas por la fogosidad o el viento. Necesitamos hechos, acciones organizadas y estrategias que nos permitan domar la avidez y la estupidez humana. Europa, su ciudadanía y sus políticas deben defender la ética y la coherencia. Si no lo hacemos, pasaremos a la historia de manera triste y vergonzosa.


JCVV El Internacionalista convencido

Trumpismo: cuando el imperio contraataca

    El trumpismo: la nueva revolución del capital Cuando el material ardiente del magma presiona hacia arriba, las placas tectónicas se desp...