Las actividades culturales nos hacen humanos. Nos impulsan a crear, nos emocionan, nos conectan con la vida y con los demás. Por eso, invertir en su promoción y diversidad no es un lujo: es un derecho básico que nos enriquece.
No basta con programar eventos; hay que acercar la cultura a todas las personas —niñas, niños, jóvenes, mayores, población migrante— mediante estrategias que involucren a las personas como creadoras, no sólo como público. Esto es fundamental para construir sociedades inclusivas, pues fomenta el diálogo intercultural y enriquece nuestra identidad colectiva.
Vivir el teatro, el cine, la danza o el arte local e internacional nos despierta la curiosidad, la empatía y hasta nos revela quiénes somos.
¡Comparte y crea en estos espacios! Sin público no hay artistas; sin artistas no hay historias, y sin historias, perdemos nuestra esencia. Llena estos lugares, aplaude su magia y déjate transformar. La cultura es el elixir que nos mantiene vivos.

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