Energía nuclear "cero emisiones": el cuento de algunos políticos sin ética que ignoran (o esconden) la realidad
Cuando ciertos políticos —con intereses poco claros— repiten
como una letanía que “la energía nuclear es limpia y de ‘cero emisiones’”, casi
me da la risa. No sé si lo hacen por ignorancia, por cálculo económico o
simplemente por sumarse al truco de una agenda verde beneficiosa para el
capital. Pero que no nos vendan humo contaminado: la nuclear tiene un coste ambiental, humano y geopolítico que no se puede esconder tan fácilmente.
¿De verdad es de cero emisiones?
– Construcción: Una central nuclear tarda entre 10 y 15 años
en construirse, con un gasto energético y emisiones enormes
(hormigón, acero,
transporte…). Solo la cimentación de un reactor puede
generar más CO₂ que un
parque eólico en toda su vida útil.
– Uranio: La extracción de uranio es altamente contaminante.
Requiere grandes cantidades de agua, energía y productos
químicos. En muchos
casos, esta actividad se realiza en países del Sur Global,
que, aunque cuentan
con regulaciones, a menudo no tienen la capacidad o el interés para aplicarlas.
Un ejemplo es el caso de Níger, donde ríos y acuíferos llevan años contaminados con radiactividad. En Arlit (Níger), el 70% del agua potable supera los límites de uranio permitidos por la OMS, según un informe de la organización francesa Sherpa (2020). Más de 100.000 personas viven expuestas a aguas contaminadas por los residuos de la minería.
Según datos de UNICEF (2023), 13 millones de personas en Níger carecen de acceso seguro al agua. Francia extrae el uranio de Níger para alimentar gran parte de sus centrales nucleares, un beneficio que aprovecha Europa. Curiosamente, Níger es el cuarto exportador mundial de uranio, pero el 90% de su población vive sin acceso a la electricidad, según cifras del Banco Mundial (2022).
Cabe destacar que el enriquecimiento del uranio suele realizarse en países con acceso a energía barata —como el carbón—, ya que el proceso requiere una enorme cantidad de electricidad.
– Actividades ocultas: Las centrales nucleares, si bien no emiten CO₂ durante la generación eléctrica, requieren grandes cantidades de agua para su refrigeración. Esa agua se devuelve a ríos o embalses a altas temperaturas, afectando gravemente a los ecosistemas acuáticos.
Además, se genera uranio empobrecido, un residuo utilizado en la industria militar, y se agrava el estrés hídrico en épocas de sequía, ya que, como hemos visto, las centrales necesitan muchísima agua.
El problema eterno: los residuos:
– El plutonio-239 tarda 24.000 años en perder solo la mitad de su radiactividad.
– España acumula 6.700 toneladas de residuos de alta actividad (según ENRESA), almacenados en cementerios nucleares que cuestan cientos de millones de euros y que siguen sin solución definitiva.
– Nadie quiere residuos radiactivos cerca. El Almacén
Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas lleva años bloqueado por la oposición ciudadana.
¿Quién paga cuando todo falla?
– Three Mile Island, Pensilvania, EE.UU. (1979): Fusión parcial del núcleo. 140.000 personas evacuadas. Liberación de gases radiactivos (criptón-85, yodo-131). Estudios como el de la Escuela de Salud Pública de Columbia lo vinculan con un aumento de cánceres. El desmantelamiento costó 1.000 millones de dólares y tardó 14 años.
– Chernóbil, Ucrania (1986): 350.000 desplazados, 60.000 km²
inhabitables y más de 4.000 muertes directas (según la ONU).
El coste superó
los 700.000 millones de dólares.
– Fukushima, Japón (2011): 160.000 evacuados, una zona de exclusión de 20 km, y un desmantelamiento que costará más de 200.000 millones de dólares y tardará al menos 40 años. A día de hoy, sigue vertiéndose agua contaminada al Pacífico.
¿Y si hay una guerra?
En Europa hay 103 reactores nucleares activos; solo en Francia hay 56 y en España 7. ¿Qué pasa si uno sufre un ataque, un apagón descontrolado o un atentado?

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