Algunos medios de comunicación han intentado manipular lo sucedido para que pareciera que la suspensión de la Vuelta y la falta de ganador en esta etapa fue un problema de “violentos” que ponían en riesgo a los corredores. También se ha dicho que la imagen de Bilbao salió perjudicada.
Estamos demasiado acostumbrados a vivir de pan, circo y espectáculo, y a aceptar sin cuestionar lo que el poder nos impone.
No entiendo cómo el Estado español, que dice estar en contra del genocidio perpetrado por Israel, ni cómo el Gobierno Vasco, cuyo Parlamento aprobó en mayo una resolución denunciando lo que ocurre en Palestina, han podido permitir que el equipo de Israel participara como si nada, incluso con la palabra “Israel” en el pecho de sus corredores. ¿Se imagina alguien ver ciclistas con la cruz gamada en plena competición, ignorando lo que supuso en el Holocausto?.
Tampoco entiendo que el resto de corredores, en nombre del deporte como motor de transformación social, inclusión y paz, no hayan hecho huelga o boicot ante esta situación. Quizá porque el deporte de élite se ha convertido en una simple industria de hacer dinero, marcada por la falta de empatía y solidaridad.
No comparto la idea de que lo ocurrido perjudica la imagen de Bilbao o de Bizkaia. Creo que es lo contrario: lo ético y coherente es denunciar este genocidio, y eso fue lo que se hizo. La etapa de Bilbao la ganó el pueblo palestino. La mayoría de la gente que estaba allí, con banderas y pañuelos, hizo un verdadero alarde de coherencia y ética. Todo lo contrario de la política que, por un lado, habla del sufrimiento del pueblo palestino, pero por otro mantiene relaciones comerciales y diplomáticas con Israel, permitiendo que la barbarie continúe.
Ojalá algún día podamos ver en la Vuelta a corredores de Palestina, si es que queda alguien para representar a su pueblo. Ese mismo día, mientras la carrera pasaba por Bilbao, en Gaza fueron asesinadas por las bombas de Israel 70 personas, entre ellas niñas y niños.
Yo estuve en el final de la etapa de Bilbao y estoy orgulloso de haber participado en esta protesta coherente, en un mundo cada vez más belicista.
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