Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos le arrebató a Europa el tablero de ajedrez y se convirtió en el dueño y señor de las fichas blancas. Pronto se acostumbró a jugar la partida con el privilegio de mover la primera pieza y asestar el primer golpe. Sus estrategias del Plan Marshall para Europa y la "guerra de baja" intensidad en el Sur Global le salió a la perfección: alfiles, torres, caballos y peones bien posicionados; reglas multilaterales subordinadas a sus movimientos en el tablero; y organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), todas alineadas con sus intereses estratégicos. No había contrincante capaz de soportar una estrategia tan calculada, ni siquiera la Unión Soviética, con sus expertos en este juego de guerra.






